7 recomendaciones para empezar a cambiar la administración en la que trabajas

Cada vez tenemos más presente la necesidad de transformar las administraciones públicas, de modernizarlas, de la transformación digital, de un cambio de modelo organizativo…

Son bastante las personas que han escrito muy buenos ensayos acerca del tema en blogs, artículos, estudios o libros. Leo a unos y a otras con entusiasmo, con renovado interés, para adquirir un marco teórico cada vez más rico.

Y a estas alturas de la película, me pregunto: ¿hay algo más aparte del marco teórico, de las buenas ideas, de las ganas?, ¿quién está moviendo ficha? Digamos que, de alguna forma, personas que somos eminentemente prácticas, andamos escasos de referentes tangibles.

Así que, echando mano de Laloux(1), con una mezcla de «Si la montaña no va a Mahoma, Mahoma irá a la montaña» y de «No preguntes qué puede hacer la administración por ti, sino qué puedes hacer tú por la administración», se me han ocurrido estas

7 RECOMENDACIONES PARA EMPEZAR A CAMBIAR
LA ADMINISTRACIÓN EN LA QUE TRABAJAS

  • Revisa y amplía continuamente tus competencias digitales. Aprende a hacer cosas nuevas, busca cómo hacer mejor tu trabajo diario, descubre herramientas y atrévete con cosas que nunca habías imaginado hacer hasta ahora (vídeos, gráficos, procesados automáticos, etc). Ninguna transformación digital que venga impuesta por el personal TIC o por el personal directivo, va a conseguir transformar realmente la forma de hacer nuestro trabajo, tanto como si somos nosotros mismos quienes forzamos ese cambio.
  • Dale alas a la autogestión. Si diriges un equipo, avanza en aumentar la participación real de las personas que lo componen en la toma de decisiones. También puedes introducir el proceso de asesoría(2) en tu equipo.
  • Trata de crear un entorno seguro de trabajo, donde las personas se vayan mostrando cada vez más como realmente son, sin las máscaras defensivas que nos ponemos para trabajar. Una buena vía es recuperar el poder del relato. Compartir historias es algo que hemos utilizado para crear comunidad desde que el mundo es mundo. Es algo que podemos ir introduciendo de manera reglada en la vida laboral de muchas maneras distintas.
  • Haz que tus reuniones sean productivas. Aporto algunas ideas en la entrada Reuniones productivas: el arte de conversar.
  • Comparte. La información es poder, pero sólo si se comparte. En esta sociedad hiperconectada donde la información está accesible a golpe de click, no tiene sentido reservarse el conocimiento. Al revés, cuanto más compartas, más capacidad de influencia tendrás. Compártelo todo: las buenas prácticas y los errores cometidos.
  • Huye de una actitud derrotista, no te dejes contagiar por un ambiente de trabajo instalado en la queja y en el pesar. Siempre hay una manera optimista de ver las cosas, con poco esfuerzo que hagas.
  • Atrévete a experimentar, a cambiar las formas de hacer las cosas, a proponer sin descanso nuevas vías. Al fin y al cabo, ¿qué es lo peor que te puede pasar?

Por supuesto, siempre existe la alternativa de esperar a que las cosas cambien solas, o echar la culpa de la falta de mejoras «a los de arriba». Esa decisión es cosa tuya.

Como verás, no estoy re-descubriendo la rueda, o el bálsamo de Fierabrás que cura todos los males de la administración pública. Es todo muy sencillo.

Tan sencillo, que muy poca gente se atreve a poner este tipo de cosas en marcha.

¿Te atreves tú? 😉


(1)Frederic Laloux, autor del libro «Reinventar las organizaciones», del que más adelante escribiré en este blog. Si quieres más información visita www.reinventingorganizations.com/es.

(2)El proceso de asesoría se basa en el principio de que cualquiera puede tomar cualquier decisión. Pero antes, esta persona debe buscar el consejo de personas expertas en la materia, así como de aquellas personas que resultarán afectados de manera significativa, que deberán vivir con la decisión. Se trata de un proceso muy potente, ya que cualquier persona que tenga una postura clara puede hacer algo al respecto. Asimismo, todas las decisiones son informadas por una suerte de inteligencia colectiva, puesto que se escucha a todo aquél que tenga algo importante que aportar.

Créditos: Imagen de portada extraída del libro «Reinventar las organizaciones».

Reuniones productivas: el arte de conversar

Siempre he tenido como objetivo personal mejorar la comunicación, independientemente del lugar y del rango de mi puesto. Considero que la mayoría de los problemas cotidianos (relaciones laborales, sobrecostes en la ejecución de proyectos, enfrentamientos personales, etc) en gran parte se deben a una comunicación deficiente, malas interpretaciones, falta de empatía o, en casos extremos, falta total de comunicación (o de intención comunicativa).

Sin embargo, desde hace un tiempo trabajo para logar un objetivo concreto aún más acuciante: el de no perder el tiempo con conversaciones infructuosas. Me preocupan las reuniones poco productivas y estoy convencido de que es una realidad cambiable, bien desde una posición jerárquica más favorable para ello, bien por una personalidad que facilite dicho cambio.

Merced a una formación reciente en Art Of Hosting (de la que hablaré en un post posterior, para dejaros de momento con la intriga), a la experiencia propia vivenciada en innumerables reuniones y sobre todo a las ganas de compartir reflexiones, se me ha ocurrido exponer aquí lo que considero que pueden ser las claves para mantener una reunión altamente productiva.

Y alguna persona se podrá preguntar: ¿a estas alturas vamos a hablar de hacer reuniones productivas?. Si crees que el tema no es interesante, o que ya está todo dicho sobre él, obviamente éste no es tu artículo 😉

Sigue leyendo «Reuniones productivas: el arte de conversar»

¿Por qué «gestión inversa»?

Tras darle muchas vueltas, quizás demasiadas, me atrevo a montar este blog sobre vivencias y reflexiones en primera persona. Soy persona de contar. De contar historias, de contar experiencias, de contar lo que se me pasa por la cabeza, e incluso lo que se le pasa a otras personas por las suyas 😉

De manera intuitiva, desde mi primer día de trabajo, siempre he sentido la necesidad de hacer las cosas de una forma diferente a la que se venía haciendo. Más sencillas, más eficientes, de una manera más humana… incluso bien hechas, ¿por qué no?

Aquella intuición, años de práctica y experiencia después, se ha visto respaldada. He experimentado (y sigo haciéndolo) formas diferentes de liderar equipos, de gestionar proyectos y tareas, de coordinarse con otras personas. Y he conocido a personas que, como yo, tienen una visión similar y la necesidad de ayudar a transformar sus organizaciones en «otra cosa».

Este blog pretende recoger reflexiones, prácticas, críticas, propuestas, ideas, referencias… y todo aquello que considere oportuno, que pueda ayudar al menos a replantearnos otro tipo de gestión en nuestras organizaciones.

Es de justicia agradecer a Amalia López Acera, y en especial a su post Marca personal y funcionarios, el empujoncito final que me hacía falta para atreverme a escribir. Al fin y al cabo, ¿qué es lo peor que puede pasar?

Así que aquí comienza Gestión Inversa. Espero estar a la altura de mis propias expectativas 😉